San Lucas 3, 1 - 6

A todos se nos ha exhortado muchas veces a arrepentirnos, pero fácilmente nos olvidamos y seguimos pensando solo en nuestras inquietudes y rutinas diarias. A veces el propio Espíritu Santo nos hace reconocer la necesidad de arrepentirnos, pero nos parece difícil responder de todo corazón a esa llamada porque no vemos cómo podemos lograr un cambio verdadero en nuestra existencia, y terminamos por privarnos de la vida nueva que Dios promete a todos los que se arrepienten de corazón.
El mensaje del Bautista suele parecernos demasiado severo, pero en realidad, está lleno de esperanza. El profeta Baruc anunció que Dios se proponía congregar a sus hijos y que "él guiará a Israel con alegría, a la luz de su gloria, y le mostrará su amor y su justicia" (Baruc 5, 9). Sabemos que Dios cumplirá esta promesa en la Segunda Venida de Cristo, pero podemos esperar que parcialmente se haga realidad ahora mismo, gracias a la extraordinaria obra del Señor en la cruz.
San Pablo escribió: "Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese" (Filipenses 1, 6). Dios ha rometido que "todo el mundo verá la salvación que Dios envía" (Lucas 3, 6) y será llena de "una abundante cosecha de buenas acciones gracias a Jesucristo, para honra y gloria de Dios" (Filipenses 1, 10 - 11). El Espíritu Santo nos habilita para recibir el mensaje de San Juan y aceptar su llamada al arrepentimiento, así como para recibir el perdón de los pecados y la vida nueva por la fe en Cristo.
Por eso, pese a las dificultades que encontramos, no tenemos por qué desfallecer, porque Dios nos ha perdonado y ha prometido completar la obra de salvación que ha comenzado en nostros. Su Espíritu Santo nos conformará a la imagen y semenjanza de su Hijo Jesús, en quien todas las promesas de Dios encuentran un "sí" (2 Corintios 1, 20).

"Padre amado, sabemos que tus planes eternos se cumplirán en tus hijos, porque si bien tendremos tribulaciones en el mundo, al final Tú, Señor, nos llenarás de alegría". Amén.





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