San Juan 1, 1 - 18

¡Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad! El nacimiento de Jesucristo es un punto culminante de la historia humana y marca la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde la caída de nuestros primeros padres, el género humano se rebeló en contra de Dios, su Creador, y se alejó de Él, pero el Señor, compadecido de nuestra miserable situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.
San Juan lo explica con palabras de gran profundidad: "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios" (Juan 1, 1). La "Palabra" es el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que hoy ha venido al mundo. Por eso, maravillados, contemplamos al Niño Jesús recién nacido, una criaturita pequeña e indefensa, que a la vez es Dios Todopoderoso; sin dejar de ser Dios, ahoa es también uno de nosotros.
Vino al mundo a devolvernos la condición de hijos de Dios. Como lo dice Juan de modo admirable: "A quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios" (Juan 1, 12). ¡Hijos de Dios! Nos admiramos al contemplar tan inefable misterio: "El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para que los hombres sean hijos de Dios" (San Juan Crisóstomo).
Pero hay que tener mirada de niño para gustar el anuncio alegre de este día santo: ¡Ha nacido el Salvador del Mundo que nos trae paz, justicia y salvación! Y ¿qué de particular vemos en este Niño? Vemos absoluta dependencia, pobreza, indefensión y humildad, condiciones que el mundo rechaza, pero que el Hijo de Dios adopta.
Recibamos a Cristo Jesús hoy, porque solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; solo Él da el sentido supremo de la vida y nso ayuda a superar las contrariedades y el dolor. Procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros, así podremos trabajar para que, entre todos, hagamos un mundo mejor.

"Amado Señor Jesucristo, con gran amor, alegría y esperanza te damos la bienvenida en este Día Santo, para que hagas tu morada en nuestro corazón y nos enseñes a ser fieles a Dios como Tú lo fuiste". Amén.




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