El día antes de su muerte Jesús cenó en Jerusalén con sus Apóstoles y Judas también asistió a aquella cena como inocente.
El divino Maestro habló largamente de su muerte cercana, señalando al traidor que estaba con él a la mesa, pero sin nombrarle.
Estando
para acabar la cena, tomó pan en sus manos, y levantando los ojos al
cielo, lo bendijo y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed,
esto es mi cuerpo. Así mismo, tomando el cáliz, lo bendijo y se los dio
diciendo: Bebed todos de él, porque esta es mi sangre; esto mismo haréis
en mi memoria.
Así
quiso el buen Jesús antes de morir, dejar su cuerpo en comida y su
sangre en bebida a sus Apóstoles, y con ellos a todos los hombres hasta
el fin del mundo.
Vuelto
a la mesa se turbó su corazón: declaró otra vez que uno de ellos había
de traicionarle y que dentro de poco tiempo le perderían.
Por
lo tanto los Apóstoles estaban afligidos; mas Jesús los consoló
diciendo, que el Eterno Padre les enviaría el Espíritu de verdad para
que se quedara con ellos para siempre.
RECUERDA, JESÚS ES EL BUEN PASTOR:
"El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma......."
Salmo 23
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