Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (según el Evangelio de Juan, fue llevado primero a casa de Anás, suegro de Caifás). Allí fue juzgado ante el Sanedrín.
Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían
no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús
si era el Mesías, y Jesús
dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante
lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín
escarnecieron cruelmente a Jesús. Pedro,
que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba
oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como
discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces, como Jesús le
había profetizado.
A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano.
Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la
muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido,
llamado Barrabás. La
multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se
liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó
simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de
Jesús.
RECUERDA, JESÚS ES EL BUEN PASTOR:
"El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma......."
Salmo 23
RECUERDA, JESÚS ES EL BUEN PASTOR:
"El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma......."
Salmo 23
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