Salmo 15
Quién puede acercarse a Dios

Salmo de David.
¿Quién podrá, Señor, hospedarse en tu casa,
quién podrá morar en tu montaña santa?
El que vive sin tacha y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no habla mal de nadie con su lengua;
el que no hace mal a su hermano
ni difama a su vecino,
desprecia al criminal
y honra a los que temen al Señor;
el que, si jura en su perjuicio, ya no se desdice,
presta su dinero sin cobrar intereses
y no se deja sobornar contra el que es inocente.
El que hace todo esto jamás perecerá.



Miqueas 6, 6 - 8
¿Con qué me presentaré al Señor,
me postraré ante el Dios del cielo?
¿Me presentaré con holocaustos,
con terneros primales?
¿Aceptará el Señor miles de carneros
y millones de ríos de aceite?
¿Ofreceré mi primogénito
por mi delito,
el fruto de mis entrañas
por mi propio pecado?
Se te ha dado a conocer, oh hombre,
lo que es bueno,
lo que el Señor exige de ti.
Es esto: practicar la justicia,
amar la misericordia
y caminar humildemente con tu Dios.



Mateo 5, 14 - 16
Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla a la calle y que la gente la pise.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en la cima de un monte no puede ocultarse. No se enciende una lámpara para ocultarla en una vasija, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los que están en casa. Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.



Lucas 9, 22 - 27
Jesús añadió que el hijo del hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los maestros de la ley, ser matado y resucitado al tercer día.
Y les decía a todos: "El que quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda la vida por mí, la salvará. ¿Qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, el hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria y con la del Padre y los santos ángeles. Os aseguro que hay algunos entre los aquí presentes que no morirán antes que venga el reino de Dios".



Romanos 13, 8 - 14
No debáis nada a nadie; amaos unos a los otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro mandamiento, todo se reduce a esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El que ama no hace mal al prójimo; así que la plenitud de la ley es el amor.
Tened en cuenta en qué tiempos estamos: ya es hora de despertar del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada y el día está cerca; por lo tanto, dejemos a un lado las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.
Comportémonos decentemente, como en pleno día; nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de peleas ni envidias; al contrario, revestíos de Jesucristo, el Señor, y no busquéis satisfacer los bajos instintos.



2 Pedro 1, 3 - 9
El poder divino nos ha otorgado todo lo necesario para la vida y la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado por su propia gloria y su grandeza. Por ellos hemos entrado en posesión de las más ricas y preciosas promesas para hacernos así partícipes de la naturaleza divina, una vez que hayamos escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de as pasiones.
Por eso debéis esforzaros en añadir a vuestra fe virtud, a la virtud ciencia, a la ciencia templanza, a la templanza paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad cariño fraterno, al cariño fraterno amor; pues si estas virtudes se encuentran en vosotros y van en aumento, no permaneceréis ociosos y estériles en el conocimiento del nuestro Señor Jesucristo. Al contrario, el que carece de ellas es ciego y miope, que se ha olvidado de purificar sus antiguos pecados.



1 Juan 4, 7 - 21
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros: en que ha mandado a su Hijo único al mundo para que nosotros vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios no ha amado a nosotros y ha enviado a su Hijo como víctima expiatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Jamás ha visto nadie a Dios. Si nos amamos los unos a los otros, Dios está en nosotros, y su amor en nosotros es perfecto. Por esto conocemos que estamos con él y él en nosotros: porque él nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo, el Salvador del mundo. Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él y él en Dios. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído. Dios es amor; y el que está en el amor está en Dios, y Dios en él. En esto consiste la perfección del amor en nosotros: en que tenemos confianza absoluta en el día del juicio; porque como es él, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor; por el contrario, el amor perfecto desecha el temor, pues el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor. Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso. El que no ama a su hermano, al que ve, no puede amar a Dios, al que no ve. Este es el mandamiento que hemos recibido de él: que el que ame a Dios, ame también a su hermano.










RECUERDA, JESÚS ES EL BUEN PASTOR:
 "El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma......."
 Salmo 23

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